Hace unos meses empecé un proyecto laboral que personalmente deseaba hace mucho tiempo. Lo empecé con una socia. Ella en la mitad del proyecto decide diversificarse y ya no le puede dedicar el 100% de energía que habíamos planteado desde un principio. Por lo tanto me encontré, de un día para otro, haciendo mi parte y la suya al mismo tiempo. Me enojé profundamente con ella, conmigo y con todo lo que rodeaba a ese proyecto que yo había gestado con tanto amor. Tal es así que cuando tuve que enfrentarme sola ante nuestro público, me bloquee, me autosabotee y la pasé muy mal, volví muy frustrada de ese encuentro.
Por esas cosas de la vida, justo me tocó en esa semana hacer el módulo 6 donde se habla del perfeccionismo en sus facetas positivas y negativas y gracias al ejemplo del chico que quería escribir pero lo aterrorizaba publicar, me di cuenta de que eso es lo que me pasaba a mí. Sentía que sin mi socia no iba a poder sola, que no era capaz de..., que no era suficiente..., porque esto estaba planteado de una manera y así tenía que ser, cuando me di cuenta de eso fue una iluminación tan reveladora que puse manos a la obra. Me preparé para el próximo encuentro, es decir, disfruté con amor de ese momento recordando todo lo que yo había deseado llegar ahí, (utilicé el perfeccionismo positivamente cuidando los detalles) enfrenté al público con alegría, y me sentí de maravillas. Y lo mejor de todo es que el feedback que recibí fue emocionante.
1) dejé de quejarme
2) confié en mí y en mis capacidades
3) me ocupé de lo que me tocaba amorosamente
3) disfruté el proceso
4) fluí. Fui feliz.